jueves, 28 de febrero de 2013

Jimmy Rip: un norteamericano en Buenos Aires

Años atrás supo ser guitarrista de MIck Jagger y un blusero reconocido en los suburbios de Chicago. Desencantado de la música y la política, en 2009 dejó su vida pasada y mudó sus pertenencias a Buenos Aires, Argentina, donde descubrió una nueva filosofía de vida y reavivó viejas pasiones.

Jimmy Rip mueve su cuerpo como si fuera un forajido. Uno como el que interpretó Clint Eastwood en Unforgiven, un hombre que debe volver a la acción impulsado por fuerzas mayores. Pero esto tampoco significa que, en su exilio, no haya extrañado las viejas andanzas. Jeans y anteojos oscuros, zapatillas Converse, remera de Harley Davidson negra y un sombrero del mismo color con un billete de dos pesos, lo resaltan entre los demás peatones del barrio de Boedo. “¿Para qué será la plata del sombrero?”, pregunta Anabella, la fotógrafa. Él, entre simpático y misterioso, insinúa una respuesta, pero tampoco pretende dejarla del todo clara.

Jimmy vive en Argentina hace tres años, en Las Cañitas, no muy lejos del piso que tiene su amigo Juanse (Sebastián Gutierrez, ex Ratones Paranoícos) en Barrancas de Belgrano. Antes de emigrar hacia América del Sur, el guitarrista habitaba una –según él- casa gigante en Los Ángeles, donde pasaba la mayor parte de su tiempo. Aburrido, encontró la salvación de la mano de un argentino, que lo contactó vía Facebook y le prometió hospedaje, fechas programadas y una banda lista. La jugada le salió bien: encontró un país adicto a The Rolling Stones, al blues y al Rock N’ Roll. Además, retomó el amor por la música y lanzó su segundo disco solista llamado “Jimmy Rip and the Trip”, en el que el estadounidense reunió a los últimos héroes del rock barrial: Andrés Ciro Martínez, Facundo Soto y a los Ratones Paranoícos, en lo que es su última grabación en estudio “Yo también”.

Sin embargo, la vida artística de Rip estuvo caracterizada por las constantes idas y vueltas. Veinte años atrás supo ser el guitarrista y letrista de Mick Jagger en Wandering Spirit, el único disco que el Stone lanzó durante la década del noventa. En 1997, a dos meses de lanzar su primer disco solista “Way past blue”, el sello The house of blues quebró y Jimmy perdió el interés por grabar sus propias canciones. Por esos años también empezó a experimentar los primeros viajes hacia la Argentina.

Jimmy apoya su cuerpo sobre el sillón, y con movimientos delicados toma lo que resta de agua mineral. En comparación a los productores exitosos, o los que al menos creen serlo, asombra ver el tamaño de su celular.

-¿Qué es eso?
Mi viejo Blackberry. Es increíble que aún funcione. Creo que no lo hacen desde hace cinco o seis años. Veo todos los iPhones y Galaxys nuevos que la gente se compra y pienso que son fantásticos pero cuando analizo que valen cuatro mil pesos descarto la idea al instante. Lo uso para revisar mails, hacer llamadas y mandar mensajes. ¿Qué más necesito?

-Prejuzgo que no eras así en los Estados Unidos.
-La única manera en que puedo responderte es que cuando vivía en esos lugares respondía a la última moda. Pero al venir a la Argentina me enseñó mucho acerca de no gastar demasiado. Digamos, Estados Unidos es un lugar en el que se gasta demasiado; tienen tanto que no aprecian lo que en verdad tienen y están muy contentos con tirar las cosas cuando aún se pueden usar. Y eso también se puede aplicar para las personas. No es frecuente ver en Nueva York a un músico exitoso que sea mayor de 30 o 40. Al menos que hayan tenido un éxito cuando eran jóvenes; me sorprendió que en Argentina el buen trato que hay para los músicos de otras épocas como Charly (García) o Juanse (Paranoíco).

-¿Por qué el público no le da la importancia que merece a figuras como Nick Cave, Lou Reed o Bob Dylan?
-No la que merecen. No son tan importantes como Justin Bieber. Y no es que él no sea tan importante: es increíble, es música pop bien hecha, los discos están grabados de una manera excelente y he visto shows con grandes performances, pero tendría que haber un espacio para él y otro para los artistas más viejos. Los Estados Unidos están cubiertos de música pop, hip hop y country, lo que les sigue dando una buena cantidad de dinero a los productores.

-Por ejemplo, Taylor Swift…
-Claro, es gigante. Ella es considerada una artista country cuando en realidad es puramente pop. Hay muy buenos artistas de country. Ellos se llenan de dinero porque su público es mayoritariamente cristiano: son las únicas personas que no bajan canciones gratis de Internet, no piratean. Los cristianos son gente de una moral tan alta que nunca pensarían en piratear o robar siquiera una sola canción. Claro que van a pagar por ello. Entiendo que es la ley que rige por estos tiempos pero odio que descarguen ilegalmente. Personalmente, compro todas las canciones vía iTunes.

-¿Seguís comprando discos físicos?
-No compro porque los paso a la computadora y, ¿qué hago después?  En Los Ángeles tengo un depósito con cuatro mil o cinco mil discos que no voy a volver a usar de vuelta porque ya los tengo todos conmigo todo el tiempo.

-¿Qué fue lo que cambió específicamente tu mente en Argentina?
-Nada en especial. Lo que ocurre es que tengo muchos amigos acá y veo como cuidan sus pertenencias y las hacen durar un montón de tiempo. Aprecio eso y me llena el alma. Claro que hay un porcentaje de personas que siempre tienen lo nuevo; por otro lado, están los que no pueden porque no pueden pagar sus costos tan altos. Las cosas suben y bajan en el país pero es una lección que yo necesitaba aprender y por suerte lo hice.

-Parecés estar al tanto de las noticias del país…
-Claro que sí. Toqué con el vicepresidente (Amado) Boudou…

-¿Dónde?
-En un tributo a Pappo, en Tecnópolis, el año pasado.

-¿Y qué pudiste hablar con él?
-Cosas muy escuetas, acerca de la música en general. Y pasó algo muy gracioso algunos meses después. El mismo fin de semana en el que yo tocaba en Santa Clara del Mar, él estaba en Mar del Plata en una reunión con varios gobernadores del país, y el organizador de mi show lo había invitado. Un día después, cuando un periodista le preguntó si había podido atender todos los asuntos mientras estaba en la costa, lo único que Boudou dijo fue ‘Sí, pero me arrepiento no haber podido ir a ver el show de Jimmy Rip’. Entiendo que sea una figura controversial hoy en día, pero fue un lindo momento tocar la guitarra junto a él. Parece una buena persona.

-¿Estás más cercano a este gobierno o a la oposición?
-No estoy ni cerca de establecer una opinión acerca de eso. Soy un simple visitante, no un ciudadano de este país. Escuché historias de los dos lados, y ambas son muy apasionadas como para poder emitir una opinión sin un valor ético.

-Obama anunció que no va a cerrar la cárcel de Guantánamo. ¿Apoyás a su gobierno?
-No, no lo voté en ninguna de las dos elecciones. En los Estados Unidos no es obligatorio votar y, después de los dos gobiernos de George W. Bush no creo que hubieran elecciones justas. Creí que no votar sería un doble golpe contra la gente mala.

-Perdiste la fe en la política…
-Hace tiempo, al igual que muchos estadounidenses. Creo que no importa demasiado en este tiempo; soy de pensar mucho en que las conspiraciones son reales. Me parece que un presidente no es el que controla el país, sino que hay algo más importante detrás.

-Si aún conservas ese espíritu joven que piensa que se puede cambiar el mundo. ¿De qué manera crees que lo harías?
-Los Aliens del espacio podrían hacerlo.

-Hablemos un poco de tu nuevo disco. “No entiendo, lo siento”, abre tu nueva placa. Una canción electrónica, con tintes funk, muy distante de “Playin Hookey”, un blues clásico. ¿Por qué lo elegiste así?
-Verás, la cosa es compleja. El primer disco lo lancé en 1996 bajo el sello The House of Blues y le iba muy bien en el ambiente especializado. Dos meses después colapsó. Entonces, decepcionado, decidí que iba a volver a Nueva York para conocer a los nuevos músicos y producir a los mejores artistas que encontrara. Pero seguí escribiendo y siempre que tenía un tiempo extra grababa para mí. Diez años después, tenía un montón de canciones y se la mostraba a mis amigos. “Estás loco, ¿por qué no la grabás?”, me decían. Junté fuerzas y elegí las mejores quince para armar una grabación, sólo para mostrar qué andaba haciendo. Nada glamoroso. De repente, en 2008, empecé a venir seguido a la Argentina. En California estaba muy aburrido. Tenía una linda casa en las montañas, en la que pasaba más tiempo del que quería, y una vida social nula: allá, la noche termina a las 2. La gente la sigue en sus casas, pero no es lo mismo. Hasta la llegada de Juliani y Bloomberg (Rudy y Michael, ex y actual Alcalde), en Nueva York había muchos after hours en los que uno se podía quedar hasta la madrugada cualquier día de la semana. Y en Argentina me encontré con un lugar como en los viejos tiempos: locales abiertos hasta tarde, rock n’ roll por todos lados y un público que aprecia el buen blues. Todo esto me motivó nuevamente a volver a tocar. Entonces pensé: ‘¿Por qué no dejar atrás todas esas composiciones viejas?’. Encontré una banda que suena realmente bien y con ella me predispuse a escribir canciones inspiradas por mi experiencia en el país.  Por eso, “No entiendo, lo siento”, es inspirada en estos tres años de vivencia en el país. Mientras que Playin’ Hookey tiene alrededor de quince años, y estaba terminada sin la incorporación de Andrés (Ciro), incluso. Ésa es una de las que me pedía el público.

-También, de esta manera, pareciera que intentás poner como antagonistas a dos estilos diferentes: lo nuevo y lo viejo.
-No exactamente. Me aburre esa decisión de separar la música por categorías. Siempre traté de estar en ninguna. Toqué en el primer disco de Mariah Carey, por ejemplo, y después toqué buen Rock N’ Roll con Mick Jagger. Y luego con Rod Stewart para dos de sus tres American Songbooks. Siempre cambio. Para mí eso es lo que lo hace interesante, no importa el estilo mientras que sea bueno.

-En tu disco también tenés la última participación de los Ratones Paranoícos como grupo.
-Me alegra que el público pueda recordar eso. Escribí esa canción después de mi primera visita al país en 1997, cuando Juanse me invitó para tocar en su disco Expresso Bongo, en un teatro por Cabildo y Monroe que no está más. Entonces cuando vine en 2009, reconecté con Juanse y empecé a tocar con los Ratones nuevamente. El primer show fue con Kiss en el estadio de River Plate, así que ellos querían que produjera su próximo disco. Una lástima que después empezaran a tener problemas: no de manera humana, sino en cómo los manejaban desde arriba. Un fucking quilombo. En el medio escribí “Yo también”, que hubiera sido un buen single para ellos. La letra original era muy al estilo Ramones, muy estúpida, simple. “Eh, vamos de joda”, “Tomemos vino en la playa hasta el amanecer”, muy de ese estilo. Tiempo después le di la canción a Juanse y le pedí que cambie la letra. La devolución fue monstruosa. Sus letras eran muy tristes: “Si cuando te despertás a la mañana, ves que tu barrio es una mierda. ¿Es eso lo que ves? ¡Yo también!”. Entonces yo reescribí mi parte e intenté que no todo sea tan negativo, sino una mezcla de luz y oscuridad. Para el final del verano de 2011 los pude meter  en el Estudio Panda y la hicimos en un par de horas.

-¿Esos ya eran tiempos difíciles para los Ratones?
-No, empezaron inmediatamente después de eso. Tal vez haya sido mi culpa… pero no lo creo (risas). No me gusta hablar de sus vidas privadas.

-Una lástima…
-La verdad que sí porque me hubiera encantado poder grabar y producir un nuevo disco con ellos. El tiempo que pasamos juntos fue realmente mágico.

-¿Crees que haya una banda argentina que pueda reemplazarlos?
-Seguro. Creo que cuando algo es grandioso, es grandioso. Nadie podría comparar a Picasso con Usher porque ambos son fantásticos. Los Ratones son fantásticos, ya sea con el Zorrito o con Pablo. En este país aman tanto a The Rolling Stones que siempre va a haber una banda que quiera imitarlos.

-Para la historia: también podes decir que reuniste a los últimos héroes del rock chabón, ¿sos consciente de eso?
-Una de las mejores cosas que me pudieron pasar desde que llegué al país es que todos esos tipos quisieran conocerme. Y mejor aún, tocar. Ciro, Juanse, Facundo Soto de Guasones. A muchos de ellos los conocí a través de Alvaro Villagra, el ingeniero de sonido que trabajó con Pappo, entre otros. A otro que intenté tener es a Charly (García), pero no es tan fácil conectar con él. Cada vez que nos encontramos en un lugar charlamos de cosas muy divertidas, y llega un punto en que nos comprometemos: “Está bien, a las cinco en el estudio”. Pero esas cosas no suceden tan fácilmente (risas). Luis Alberto Spinetta iba a estar supuestamente en el disco pero bueno, pasó lo inesperado. Veníamos hablando meses sobre esto; yo moría de ganas y él también. “¿Qué te parece la próxima semana?”, le decía yo. “Uy, voy a estar en Los Ángeles”, contestaba él, y así un centenar de veces. Seis meses después llamó para contarme la noticia terrible que le habían dado los doctores. Me lastimó muchísimo. Igualmente estoy contento de que en el disco esté Valentino, su hijo, que es igual a él: un gran, gran tipo. Expira la misma energía, al igual que Dante. Estas fueron sólo algunas de las personas que conocí en este tiempo, y tengo que agradecerle a Mick Jagger, creo (risas). Ya pasaron veinte años desde que grabé Wandering Spirit (1993) con él, y la gente me sigue recordando como “el guitarrista de Mick Jagger”.

-¿Te molesta que la gente te pregunte acerca de él?
-No me causa ningún problema. Depende mucho del tipo de preguntas que sean: si van a ser específicas sobre las canciones o algún show voy a estar contento de responder, pero si dicen “¿tienes algún recuerdo en especial de tus días con Jagger?”, no. Eso no.

Jimmy posa de manera gentil para algunas fotos. Va a ser el único momento en que deje el sombrero a un lado y permita ver sus ojos celestes. “Oh, es muy linda. Mi novia me molesta con que no sonrío demasiado, se la pienso mostrar”, cuenta. Pero rápidamente vuelve a su personaje de fugitivo. Aploma el sombrero, toma sus lentes y cruza nuevamente los brazos.

-¿Para qué son esos dos pesos que llevas en el sombrero?
-Una ofrenda para los aliens del espacio. Espero que no me lleven.

Publicada en Revista El Bondi
Fotos: Anabella Reggiani (www.anabellareggiani.com.ar)