lunes, 20 de agosto de 2012

Superlasciva: Canciones pasadas por agua



Los correntinos lanzaron su cuarto disco “Torrencial” y cuentan cómo fue el proceso, en qué se inspiraron para componerlo y las disyuntivas de ser una banda under.

“¡Superlativo!”, grita un muchacho exaltado después del final de cada canción de la noche. Ni por cargoso ni entusiasta, el muchacho hace recordar a  Bart Simpson sin el chillón color amarillo. La banda tomó el elogio, lo modificó y lo usó a su favor. A diez años de su nacimiento, los correntinos fundaron y evolucionaron un sonido que hoy presentan en su cuarto disco “Torrencial” en la demencia de Capital Federal. Ellos son Superlasciva.

En la casa del guitarrista Manuel Farizano se respira un aire de intelectualidad. Vive en un edificio viejo, ubicado en el barrio de Almagro, y para llegar a su departamento hay que cruzar un zaguán como los retratados por Borges en su bibliografía. Hay libreros, luces tenues y un gran ventanal que muestra la vista interna de los inquilinos, en el marco de una de las últimas noches de calor agobiante que otorga el otoño.

Falta casi un mes, pero acaban de terminar uno de los ensayos donde empiezan a moldear lo que será la presentación del disco en Niceto Club el 12 de mayo. La sala está equipada con todos sus instrumentos recién enfundados, un iMac de 27’ y varias consolas donde el guitarrista también hace trabajos para sus aliados musicales. “Acá Bicicletas hizo los demos del último disco”, se yergue orgulloso el tocayo del hombre de las seis cuerdas y manager ambas bandas. 

En el sillón, junto a la lámpara y el equipo de música, están sentados el bajista Agustín Macías; Fernando Mansilla, el tecladista y el cantante Roberto Decotto. Los tres charlan amenamente hasta que llega Manuel y se presenta, para luego sentarse también. Leonardo Álvarez, el baterista, acaba de irse a su casa. “Así son, ¿Viste? Terminan de hacer lo suyo y huyen despavoridos”, bromea alguien alrededor de la mesa. Un gato de seis meses que no se cansa de refunfuñar se despereza sobre las piernas cruzadas del guitarrista, mientras lo acaricia.

-¿Cómo creen que cambió el sonido desde “Seducciones violentas” hasta “Torrencial”?
Manuel: -Me parece que hay un crecimiento natural del grupo y de la búsqueda músical. Para este disco se laburó mucho. Ponele que todas las canciones estaban terminadas para finales de 2009, salvo dos. Y las empezamos a laburar en  2010, al mismo tiempo que inauguramos nuestro estudio.

-¿Cómo fue el proceso de grabación?
Roberto: -Se grabó en vivo en Ion. Cuando entró Leo a tocar la batería, justo se fue el otro guitarrista –Hugo Rossi - , y el otro batero –Federico Estévez-, y entra un tecladista por lo que cambió radicalmente el sonido.  Además yo agarré devuelta la guitarra acústica –la había dejado de tocar en Seducciones-, la de acompañante. Ahí empezamos a buscar un productor con el fin de tocar en vivo. Habíamos laburado dos discos con Manza Esaín, y era una de los posibles porque nos encanta su laburo, pero finalmente nos sentamos a hablar y decidimos que nos vendría bien probar otro sonido y dijimos: "Bueno,  busquemos uno que haya grabado discos clásicos de nuestro país”.

¿A quién apuntaban?
Manuel: -Y primero nos entrevistamos con “Tweety” González pero no nos convenció o nos pasó un presupuesto que tampoco nos cerró. Después tuvimos la primera entrevista con Mario Brauer, quien nos dejó con la mejor de las impresiones. Él es un tipo súper humilde que además es capo en todo lo que hace, pero (como si esto fuera poco) te trata como a un igual. Y que además te hace cagar de risa en cada de risa en cada momento que puede.
Como en nuestro estudio se puede grabar todo en vivo también, grabábamos y después yo me quedaba escuchando todo. Cuestión que después de 3 o 4 ensayos, yo le llevaba una grabación a Mario para que vea qué le parecía e ir afilando todo. Antes de arrancar un ensayo escuchábamos las partes y por ahí nos fijábamos qué estaba bien y qué no.

Fernando: - Es importante apuntar que lo grabamos con la plata que salió de los shows, así que en ese sentido podemos decir que nos dimos un gran gusto.

¿Puede ser que el disco esté dividido en dos partes?
Fernando: -Sí, sí, hace un descanso en “El pensamiento”
Roberto: -Yo creo que los primeros 6 temas tienen como algo del sonido nuevo que incorporamos mientras que de ahí en adelante hay como un regreso a las cosas viejas que veníamos haciendo.
Fernando:- Pero ponele, en “El pensamiento” hace una inflexión y se re nota eso.
Manuel: Eso se me ocurrió al hacer las mezclas. Terminaba “El pensamiento”, y dije: ‘Este tema es final de un disco o es final de un lado A” y ahí empieza a surgir la idea y se empiezan a acomodar los temas para que se acomode todo.

-¿Fue a modo de disco conceptual?
Manuel: -No tanto en lo lírico pero sí en lo musical. Todo el disco tiene un ambiente característico por lo que concordamos en crear una concepción sonora.

-¿Y desde lo lírico?
Manuel: -No me animaría a decirlo. Es muy difícil componer 12 canciones que sigan un mismo concepto. Sí te podría decir que muchas de ellas vienen desde un mismo lado por la inspiración pero decir que todas abarcan un mismo concepto sería erróneo.

-“Mi derrota invicta”, además de ser la canción que podría definir el sonido de esta nueva étapa, tiene olor a corte de difusión. ¿Cómo lo compusieron?
Manuel: -Es el inicio de una relación mientras que “Bien por Ti” es la étapa de esa misma relación. Muchas letras están inspiradas en una relación que tuve yo con una chica que fue tapa del disco anterior. Entonces entre todas esas hay una hermandad. Por ahí que en “Los vertiginosos” cierro la idea de lo que es una pareja turbulenta. Uno para componer usa todo lo que puede.  Por ejemplo: leer me dispara muchas ideas a mí.
                                                  
¿Algún libro en especial?
Manuel: -Anduve leyendo mucho Octavio Paz, un poeta increíble. “Libertad bajo palabra” lo tuve muy en cuenta. Justamente con esta ex pareja lo leíamos todo el tiempo.

            El gato se cansa de escuchar las cinco voces y comienza un viaje por el departamento. Salta de un mueble a otro, hace un descanso en una mesada y emprende el desafío final: la sala de ensayo. Marca la pauta de que es hora de terminar la entrevista y empezar las fotos. Todos se acomodan frente a la fotógrafa y el felino busca desesperado: el platillo de la batería es el mejor lugar para el primer plano.
            Lejos de quedarse satisfechos, los cuatro hombres de la foto, continúan evolucionando, creciendo con su música. Finalmente, el adjetivo máximo que les acestó ese muchacho diez años atrás no les quedó corto. El quinteto está en su mejor momento y con todo un futuro prometedor por delante.

*Publicada en Revista El Bondi número seis

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